sábado, 30 de abril de 2011

La caída


Nos amamos. Siniestro es que el amor conjugado en presente y pasado se escriba exactamente igual, y que en el futuro la promesa del verbo alargue no sólo el tiempo, sino la palabra.

Todo empezó.. nos entendimos.. nos conectamos por nuestra afición al Vacío, fuimos-somos fanáticos de La caída, primero en la filosofía, luego en la red, después en el hotel.

Aburridos de gente que siempre quisiera estar delante o arriba, formamos el canal de un chat con nombre "La caída", así nos conocimos. Primero yo, y luego tú; fue un impulso, en realidad no esperaba conocer a nadie, simplemente me gustaba ese título, pensé que si alguno al menos, se tomaba la molestia de preguntar a qué me refería, en algún punto, podía revelarme através de la respuesta, eso sería suficiente logro. Pero, eso no ocurrió, me contestaste desde tu individuo, creaste: "La caída 1". Me invitaste, te acepté, conversamos.

Pensamos que si queríamos dedicar nuestra vida a la caída, era hora de empezar a dedicarnos presencial y físicamente. Un amigo, Rolando, me había dejado a cargo de su hotel en ruinas, en ruinas porque los cuartos no tenían más que tapiz podrido, pero el elevador aún funcionaba bien, si no, sería nuestro riesgo adivinarlo. "Estará bien hasta que deje de estarlo", es lo que solía decir Rolando.

Te invité a mis ruinas, emocionada estaba de que al fin el "compartir" tuviera algún significado.

"El elevador"... mil conclusiones y bromas hicimos por nuestra afición y el objeto-lugar que lo hacía posible. Hasta creer que sólo nos atraía la conexión en lo divino: la elevación y la caída.

Algunas veces escalábamos por las cuerdas que sostenían al mismo elevador, otras subíamos por escalera los 70 pisos que formaban el hotel, todo lo necesario para entendernos en la distancia que había entre lo divino.

Atados de la cintura, nos arrojábamos y gritábamos al mismo tiempo, nunca lo ensayamos, y eso nos dió la idea de ser instrumento de la caída, es ella la que se representaba mediante nuestros cuerpos, pensamos. Tomados las manos, justo antes de soltarnos al vacío: -!!Hasta abajooo!!- se escuchaba el eco de los dos, por todo el hotel mientras descendíamos, ahí entendimos la velocidad del sonido, creamos nuestro propio mundo, teníamos lo divino y una visión del plan de dios que carecía de errores, todo era construcción de lo mismo, era un círculo, sin principio ni fin, todo estaba conectado.

Nos atrevimos a llevar nuestro mundo a otros hoteles, eramos ya expertos en burlar cerrojos, pantallas de vigilancia y puertas que abrían al contacto dactilar. La red, nos lo había dado todo.

Siempre juntos: -!!Hasta abajooo!!-, hasta donde no hay más, nuestra relación no tenía futuro. Y cómo iba a tenerlo, si descendíamos siempre a lo más profundo, hasta lo último.

Nos desenvolvíamos en el mundo como en la red: ascenso-descenso, allá aquellos que teniendo la llave maestra, seguían aún viviendo en el pasado, conectados a su ordenador desde casa, sin raspones físicos, sólo mentales.

Nos encerraron, fuimos a una cárcel mixta, a las "autoridades" no les gustaba el descenso, mucho menos eran aliados de la caída, aunque ellos mismos la inflingieran a los demás.

No pensábamos permanecer mucho tiempo ahí, sólo lo suficiente para conocer el mundo tras las rejas, era muy impresionante pensarnos parte del mismo mundo, pensar que "el hoyo" -como le llamábamos sus inquilinos- era  también parte de aquella distancia que nos hacía entender lo divino. Otro agujero negro de nuestro universo.

A pesar de que las conferencias que se ofrecían en prisión, no eran del todo insignificantes, incluso re-construyeron la vida de muchos ahí dentro, nosotros sabíamos más, y el saber que hay más, siempre es aliado de la aventura. Decidimos escapar. Formulamos el plan maestro, otro inquilino del hoyo quiso escapar con nosotros, dijo que ya había pensado en huir, pero que la apatía de los otros, lo desanimaba siempre. Ver su rostro en las pantallas de vigilancia lo deprimía tanto que sus fuerzas se anulaban, entonces terminaba convenciéndose de que quería quedarse, sin exigirse ánimo, para no pelearse contra él mismo.

Todo estaba listo, y para nuestra sorpresa, después de haber formulado el plan perfecto, resultó que las autoridades, confiadas en la mente maestra que controlaba las operaciones en el hoyo, olvidaron asegurar el elevador que sólo tenía cámaras, por ahí escapamos, todo fue muy rápido, nuestro compañero parecía muy instruido en el tema, bajó tan veloz como nosotros, no sabemos si lo ayudó el impulso que estuvo conteniendo durante todo el tiempo que pensó en huir, o si se había convertido también en otro instrumento de La caída.

Tuvimos tiempo para descender por varios hoteles durante un par de años más, sabíamos que las autoridades aún nos estaban buscando, nos dejaban amenazas en la red, y nosotros en respuesta, les dejábamos siempre el mismo obsequio, intervenciones de mierda en sus cámaras de vigilancia, eso los volvía locos. No soportaban que no respondiésemos con artilugios de la red, odiaban lo orgánico.

Nos localizaron, tu y yo huimos por un lado, nuestro compañero corrió en distinta dirección, fue la última vez que lo vimos, de perfil, corriendo, alejándose. Subimos y descendimos no sé por cuántos lugares de la ciudad, decidimos separarnos para despistar, acordamos vernos en uno de los tantos hoteles que habíamos descendido.

Tuve miedo, y pensé en la caída final, la última. Ninguno de los dos quería volver a prisión, era preferible dejar por sentado la libertad en el descenso, el acercamiento final a lo divino, esa última caída que rompiera la distancia. Me obligó el sentimiento, dejé una pregunta para ti en la red -incluso en otro idioma, algo que habíamos acordado carecía de "estética del sentido" en la traducción a nuestro lengua-  que estaba programada para activarse en el momento en que mi respiración se detuviera obligada por la autoridad, o por decisión. Pensé que entendería tu respuesta de alguna forma, la red nos había acostumbrado a burlar la física, la química y la muerte. Imposible no existe en la memoria.

Logramos evadir la vigilancia, nos encontramos en donde habíamos quedado. Permanecimos ocultos durante algunos días en el hotel. Nos cambiamos de lugar otras 7 veces, no queríamos que lograran rastrear nuestra ubicación.

Nos encontraron, teníamos el plan de correr en sentidos opuestos para que los gdrodos se desorientaran, yo corrí hacia las que eran mis ruinas, te me perdiste de vista, temía que te hubieran capturado. Dejé de correr y me escondí cuando noté que el jefe me perseguía; yo conocía todos los misterios de ese lugar, y cuando el jefe se acercaba, yo me escondía en el ángulo opuesto, estuvimos así un tiempo, hasta que me vio. Subí rápido los 70 pisos, estaba decidida a no regresar. Subí al final del edificio, con la mirada fija en el marco cubular que simulaba la puerta al cielo, la adrenalina me asfixiaba, hasta que me asomé y te vi allá abajo, estabas a salvo, oculto tras unas pantallas de vigilancia, en eso, sentí la presencia del jefe, y voltee atrás, estaba listo para atraparme, pero, te devolví la mirada, me puse los brazos cruzados en el pecho: -!!hasta abajooo!!!- grité sin quitarte la mirada, mientras me arrojaba al vacío,  y tú, espontáneo, gritaste conmigo. Caí a la par de nuestros ecos.

Todas las luces de la ciudad se ahogaron, saliste de tu escondite, sólo las pantallas se encendieron:
BEYOND THE BEYOND, WHERE?