Entrada ya la noche, el sueño me venció, caí dentro el cajón, hay imágenes tuyas y mías unidas por un listón, una cinta que sincroniza nuestros latidos y otras veces hasta la respiración. No era mi intención volver aquí, pero este hilo que aún llevo y me une a ti sigue moviéndose y estirándose, no se rompe ni adelgaza, no importando nada, ni la distancia. Es sólo el futuro quien podría difuminar un poco su estancia.
Si nos quedamos ahora, significaría seguirte o que me sigas. Cómo se lleva el cordón alzado sobre la cabeza, cauteloso de no soltarlo y tropezar?, sólo el difuminador conoce la respuesta, si este cajón ha de cerrarse por fuera o por dentro.
Tal vez los años hagan menos claras las imágenes, y seamos fotos de olvido, pero si el listón siguiera sin desprendernos: olvidarnos y recuperarnos otros. Deshacernos de esas gavetas que contenían lo que fuimos y poner sobre el escritorio nuestros cuerpos distintos, susurrando a nuestros ojos la travesía de ese cordón infinito.
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