miércoles, 13 de febrero de 2013


No tengo vocación para pasear de rodillas,
sin embargo, llevo días pensandolo,
llegar así hasta encontrar un símbolo
que sepa cotizar mi sacrificio,
tener un acuerdo en el cielo
que se cumpla en la tierra,
y fijar ese encuentro último,
donde las ropas son ridículas
y el alma va sola con paso firme
desnudándo el círculo.

Habrá ese día
que coincidirán nuestros fractales
donde el doblés de nuestros cuerpos cederá,
y avanzaremos juntos sin planta o tobillo,
flotando en sangre la intensidad.

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